sábado, 24 de octubre de 2015

El cervantista de Altea

Hola, os pongo aquí un artículo extraído de Jubicam, que habla sobre Franciso Martínez y Martínez, cervantista y escritor. Su biblioteca sobre Cervantes fue la más importante de España antes de la Guerra Civil española. Y de paso os comento que era mi bisabuelo. ¿Se parece a mí? Autor de artículo: Vicente Ramos. Nacido en 1866, Francisco Martínez Martínez, acompañado de su tío-abuelo Francisco Martínez Rostoll, sacerdote, deja Altea para instalarse en Valencia, en cuyo Seminario Conciliar cursa tres años de latín y uno de filosofía. Bachiller en Artes, se matricula en la Facultad de Derecho, en cuyas aulas traba amistad con Vicente Blasco Ibáñez, Rafael Altamira, Francisco Martínez Orozco, etc, relaciones cordiales que arraigaron para siempre en su vida. Licenciado en 1889, ingresó en el Colegio de Abogados de Valencia y tomó parte asidua y brillante tanto en la redacción de periódicos escolares, como en la viveza de tertulias y centros literarios y científicos. Casado en 1894, enviudó en 1903 contando con tres hijos. Este era su retrato, según Baig-Baños: “Su frente amplia, sus ojos grandes y penetrantes, sus facciones correctas, sus cabellos con hebras de plata partidos en dos crenchas, su bigote negro perfilado, sus ligeras patillas (...), su estatura regular, su talla erguida, sus ademanes de hombre mundano, sus manos aristocráticas...”
Miembro activísimo y casi siempre desempeñando los más altos cargos de las principales entidades culturales de la ciudad de Valencia – Lo Rat Penat, Sociedad Económica de Amigos del País y Centro de Cultura Valenciana (hoy, Real Academia de Cultura Valenciana)-, sus primeras publicaciones se refirieron a un homenaje al Conde de Lumiares y a un estudio sobre la población de Pego, ambas en 1909, si bien debemos destacar la edición, en 1912, del primer tomo de Folklore Valenciá. Coses de la meua terra. Francisco Martínez Martínez Precisa su biógrafa Carmelina Sánchez–Cutillas que “el año 1905 se despertó en Francisco Martínez el interés por la vida y la obra de Miguel de Cervantes, principiando desde aquel momento su colección cervantina que no dejaría de acrecentar mientras vivió (...), siendo conocida por todos los cervantófilos españoles y extranjeros.” De 1919 es el siguiente inventario hecho por el propio bibliófilo cervantista: “del siglo XVII no tengo más de 17 ediciones; del siglo XVIII, 42; siendo las restantes de los siguientes. Tengo la edición príncipe de las ocho comedias y ocho entremeses. Tengo 7 ediciones de Avellaneda y de otros tantos imitadores, hasta 42. Igual número de piezas de teatro. De ensayos y oraciones fúnebres, 41. Vidas de Cervantes, comentaristas e intérpretes, 294.” En este punto, no debemos olvidar su traducción del “Quijote” a la lengua valenciana. “Pese a que esta traducción permanece inédita, el hecho es conocido dentro y fuera de los círculos cervantistas”, comenta su biógrafa. Y añade: “Sin embargo, aquella biblioteca que no sólo mereció las alabanzas de un competidor como Sedó, sino las de todos los cervantistas y bibliófilos españoles y extranjeros, estuvo a punto de dispersarse y perderse para siempre en los primeros días de la revolución española”. Francisco Martínez Martínez falleció en Altea el 5 de octubre de 1946, desde cuyo año su biblioteca cervantina se custodia en la Diputación Provincial de Valencia.


Patricia Sánchez-Cutillas

domingo, 11 de octubre de 2015

Narraciones peligrosas: Fortunata y Jacinta, de Benito Pérez Galdós

Benito Pérez Galdós denuncia en Fortunata y Jacinta la vulnerabilidad en la que vivían las mujeres en el siglo XIX, sobre todo las pobres. Por un lado nos cuenta las aventuras amorosas de hombres como Juanito Santa Cruz, que puede llegar al matrimonio habiendo tenido anteriormente amantes sin que nadie cuestione su honorabilidad. Sin embargo, cuando Maximiliano, el estudiante a boticario, quiere casarse con Fotunata, la familia rechaza la idea porque es una deshonra. Como este insiste, la familia decide que Fortunata pase por un período de purificación si quiere convertirse en una señora casada. Galdós nos cuenta que por entonces existían instituciones religiosas que enderezaban a las mujeres, no solo a las solteras sino también a las casadas. Los hombres casados podían tener todas las aventuras que quisieran. Pero las mujeres podían ser condenadas por sus maridos a ser encerradas por un tiempo en esa especie de correcional.
Leamos lo que le dice Nicolás, el hermano cura de Maximiliano, a Fortunata y las pruebas por las que ella tiene que pasar si se quiere casar con Maximiliano: Hay en Madrid una institución religiosa de las más útiles, la cual tiene por objeto recoger a las muchachas extraviadas y convertirlas a la verdad por medio de la oración, el trabajo y del recogimiento. Unas, desengañadas de la poca sustancia que se saca al deleite, se quedan allí para siempre; otras salen ya edificadas, bien para casarse, bien para servir en casas de personas respetabilísimas. Son muy pocas las que salen para volver a la perdición. También entran allí señoras decentes para expiar sus pecados, esposas ligeras de cascos que han hecho alguna trastada a sus maridos, y otras que buscan en la soledad la dicha que no tuvieron en el bullicio del mundo, (…) Bueno, usted va allí y la tenemos encerradita durante tres, cuatro meses o más. El capellán de la casa es un amigo mío, que es como si fuera yo mismo. Él le dirigirá a usted espiritualmente, puesto que no yo no puedo hacerlo, porque tengo que volverme a Toledo. Pero siempre que vuelva a Madrid he de ir a tomarle el pulso y a ver cómo anda de educación, sin perjuicio de que antes de entrar en el convento le he de dar a usted un buen recorrido de doctrina cristiana, para que no se nos vaya allá totalmente cerril. Si pasado un plazo prudencial, me resulta usted en tal disposición de espíritu que yo la crea digna de ser mi hermana política, podría quizá llegar a serlo.

Patricia Sánchez-Cutillas