UNA
HABITACIÓN PROPIA
EL
ENSAYO
El
ensayo procede del género epidíctico de la antigua oratoria
grecorromana. Se caracteriza por ser tema libre, y utiliza un estilo
sencillo, natural y amistoso. Es subjetivo y a veces tiene un tono de
charla personal como si el autor o autora expresara una serie de
ideas ante un grupo de amigos.
En
él se pueden mezclar citas, recuerdos, anécdotas… A veces es
asistemático, no sigue ningún orden preestablecido y va dirigido a
un público amplio. Su objetivo no es informar, sino convencer.
Del
ensayo a veces se ha dicho que está entre la didáctica y la poesía
y la poetización del saber.
UNA
HABITACIÓN PROPIA
Entre
gran obra y gran obra Virginia escribió una serie de libros a los
que llamó libros de vacaciones. Lo hacía por divertimento y para
relajarse. Los escribía en muy poco tiempo, muy libremente y sin esa
tensión que le suponía tener un compromiso literario. Curiosamente,
estos libros de vacaciones fueron los que más dinero le acabaron
dando.
Una
habitación propia es un
ensayo que nace de un reto. Era una época en la que aún se debatía
el bajo nivel intelectual de las mujeres respecto a los hombres.
Había infinidad de obras sobre este tema sin el suficiente talento
para pasar a la historia de la literatura. Un amigo escritor le dijo
que le nombrara mujeres que hubieran destacado por su actividad
artística. Virginia aceptó el reto y preparó dos conferencias que
dio en 1928 en Cambridge. El tema era Las
mujeres y la narrativa. Un
año más tarde, basándose en el material con el que preparó esa
conferencia escribió Una
habitación propia.
Virginia
empezó a investigar sobre las mujeres y la narrativa. Pero se dio
cuenta de que tenía que cambiar de rumbo. No podía enfocar la obra
sobre el número de mujeres que habían escrito narrativa, que era
mucho menor que el de hombres, sino en por qué las mujeres no lo
habían hecho.
Investigando
denunció la situación de inferioridad que ha sufrido la mujer en la
civilización occidental. Llegó a la conclusión de que toda mujer
necesita una habitación propia y una renta si quiere se escritora y,
por supuesto, que hubiera igualdad en la educación.
Fue
la primera vez que se planteó la ausencia de escritoras en la
literatura por razones como la estructura social, las circunstancias
personales y la mentalidad.
En
esta obra trata la situación de la mujer, la mente del artista, la
inteligencia creadora y el talento. Y llega a estas conclusiones:
-Las
mujeres son pobres.
-Los
hombres son los que escriben la historia y, por tanto, todo se reduce
a batallas, política y juegos de poder.
-Informarse
sobre la realidad cotidiana, sobre la sociología de otras épocas,
es imposible.
COMENTARIOS
Y CITAS SOBRE UNA HABITACIÓN PROPIA
El
contenido principal del libro es que las mujeres para escribir
narrativa, para destacar en el mundo creativo en general necesitan
dos cosas: dinero y una habitación propia.
Virginia
cuenta que su tía se cayó del caballo y se mató. Le dejó una
herencia que le proporcionaba 500 libras al año y eso le permitió
escribir.
La noticia de mi herencia me
llegó una noche, más o menos al mismo tiempo que se aprobaba una
ley que les concedía el voto a las mujeres. Una carta de un notario
cayó en mi buzón y al abrirla me encontré con que mi tía me había
dejado quinientas libras al año hasta el resto de mis días. De las
dos cosas —el voto y el dinero—, el dinero, lo confieso, me
pareció de mucho la más importante
Tengo asegurados para siempre
la comida, el cobijo y el vestir. Por tanto, no sólo cesan el
esforzarse y el luchar, sino también el odio y la amargura. No
necesito odiar a ningún hombre; no puede herirme. No necesito
halagar a ningún hombre; no tiene nada que darme.
La
escritora analiza por qué a principios del XIX ya empiezan las
figuras de las novelistas (Austen, las Brontë…) y por qué se
inclinan hacia la novela, y no exploran el mundo del teatro o la
poesía. Según Virginia, en las casas burguesas solo había una sala
común. No podían escribir más que allí. Y además, las
interrumpían continuamente.
El
sobrino de Jane Austen comentaba que esta escribía en la sala de
estar y que era interrumpida continuamente por las visitas. Si la
visita no era del círculo familiar, escondía su manuscrito.
Esta
falta de una habitación propia y sus interrupciones también van
acompañadas de algo más. Las mujeres no podían ir solas por la
calle, ni viajar, ni ver mundo… El mundo de la mujer era el de la
sala de estar y esto se refleja en sus obras. En sus mundos, la sala
de estar, la mayor formación que recibía una escritora consistía
en el del análisis de las emociones. Y el campo más apropiado para
exponer ese análisis de las emociones es la novela. Esa es la razón,
según Virginia, por la que no se dedicaron a otros ámbitos de la
literatura o por la que nunca pudieran escribir novelas tan mundanas
como Guerra y paz
de Tolstoi.
Otro motivo por el que la
mujer ha escogido la novela es porque este es un género nuevo, la
novela es blanda en sus manos. La poesía, épica o teatro ya tiene
una gran tradición masculina.
Ese
patriarcado que impide a las mujeres viajar solas y moverse solas,
también se manifiesta en la cantidad de libros que los hombres
dedican a las mujeres tratándolas con inferioridad. Intenta
investigar cuál es la razón de ello y llega a la conclusión de que
para hacer cosas importantes hay que empezar por generar la confianza
en uno mismo. La manera más rápida de generar esa confianza, la
menos trabajosa, es creer que los demás son inferiores a nosotros.
Durante
todos estos siglos, las mujeres han sido espejos dotados del mágico
y delicioso poder de reflejar una silueta del hombre de tamaño doble
del natural.
Y
luego añade:
Sea cual fuere su uso en las
sociedades civilizadas, los espejos son imprescindibles para toda
acción violenta o heroica. Por eso, tanto Napoleón como Mussolini
insisten tan marcadamente en la inferioridad de las mujeres, ya que
si ellas no fueran inferiores, ellos cesarían de agrandarse. Así
queda en parte explicado que a menudo las mujeres sean
imprescindibles a los hombres. Y también así se entiende mejor por
qué a los hombres les intranquilizan tanto las críticas de las
mujeres; por qué las mujeres no les pueden decir este libro es malo,
este cuadro es flojo o lo que sea sin causar mucho más dolor y
provocar mucha más cólera de los que causaría y provocaría un
hombre que hiciera la misma crítica.
Virginia
Woolf defiende que los hombres han escrito su propia historia.
Hablaban de hechos, guerras, cámaras de los comunes… Pero no hacen
ninguna referencia ni a las mujeres ni a la vida cotidiana.
Patricia Sánchez-Cutillas
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