martes, 8 de marzo de 2016

Hécate y las locuras del subconsciente

Rescatando a Hécate 
Hoy es 8 de marzo y para celebrar el día de la mujer vamos a rescatar a esa diosa tan olvidada y a la vez tan poderosa como es Hécate, diosa de las hechiceras, de la justicia, de las riquezas del inframundo y del subconsciente.

Está extraído del libro Taller de escritura y magia. Espero que disfrutéis con esta breve lectura.

 Hécate y las locuras del subconsciente
Al principio Hécate, la diosa de la luna nueva, era una de las manifestaciones de la Gran Diosa. Se la representaba con tres cabezas de animal, (de perro, serpiente y caballo). Después evolucionó a una diosa con tres cabezas humanas: la joven (luna creciente), la madura (llena) y la anciana (menguante o nueva). Por esta razón su estatua se colocaba en las encrucijadas y podía ver el pasado, el presente y el futuro. Esto le convertía en la diosa de la profecía, de la adivinación y de los hechizos. Después las fases de la Luna se transformaron en tres diosas: Artemisa, Febe y Hécate; o Perséfone, Deméter y Hécate. Las tres eran manifestaciones de la Gran Diosa.
Como una de las facetas de Hécate era Perséfone, la diosa semilla, señora del inframundo y de la primavera, estaba relacionada con la muerte, la resurrección, el mundo subterráneo, lo oculto, la magia negra y los fantasmas. Podía manejar energías sutiles, tanto para el bien como para el mal, y vigilaba la frontera entre el mundo de los muertos y el de los vivos. Para los griegos el inframundo estaba en el interior de la tierra y representaba el subconsciente, mientras que la superficie de la tierra simbolizaba lo racional y el cielo la espiritualidad. Como diosa del inframundo, concedía a los mortales sueños y visiones con los que podían solucionar problemas de sus vidas. También se consideraba al inframundo el útero de la tierra, el lugar donde se gestaba la creatividad. Encarnaba también la oscuridad y sus terrores, los mundos ocultos, inspiraba lo tenebroso y era la diosa de los misterios. Portaba antorchas para iluminar el inframundo y tenía la capacidad de saber lo que ocurría en el mundo del infierno. La noche del 1 de noviembre estaba dedicada a ella. Los griegos y romanos consideraban que en el interior de la tierra había grandes riquezas, minas y piedras preciosas, por esa razón también se relaciona a Hécate con la prosperidad.
Era la diosa de la transformación. Regía la transformación de las mujeres por la menopausia y la transformación de las almas a las que llevaba al mundo de los muertos. Por esa razón es también la alquimista y la artista suprema.

Sus árboles sagrados eran los tejos y los álamos negros. El laberinto serpentino se conocía como la rueda de Hécate. Sus símbolos eran el caldero, la tela de araña, las plumas de búho y la espada o athame. Con ella iba siempre el can Cerbero, el guardián del infierno, que tenía tres cabezas. A veces una de las caras de la diosa se representaba como una perra, por lo que también le llamaban la perra negra. Se le asociaba con los perros que ladran a la Luna. En el tarot el arcano de la Luna son dos perros que ladran a la Luna mientras un cangrejo emerge de las aguas del subconsciente.
En El tarot mítico, las autoras representan a Hécate en la carta de la Luna:

El encuentro con Hécate, la diosa-Luna, es el enfrentamiento con un mundo transpersonal, donde los límites personales se borran y el sentido de la dirección y el ego se han perdido. Es como si tuviéramos que esperar sumergidos en las aguas de este mundo a la vez que surgen las nuevas posibilidades que con el tiempo se van a convertir en nuestro futuro. Pero las aguas oscuras del subconsciente colectivo contienen a la vez lo positivo y lo negativo, y a veces es difícil distinguir sus movimientos cambiantes de la locura y el engaño.

Aparece en algunos mitos, pero nunca como protagonista. En el de Proserpina y Deméter, avisa a Deméter dónde está su hija. Es también la diosa de la justicia. A pesar del gran poder que tenía, no formaba parte del panteón olímpico. Los dioses la temían.
Zeus le dio la capacidad de conceder todo lo que se le pidiera. Otorgaba los dones de la sabiduría, la victoria y la riqueza. Por tanto, Hécate también representa las posibilidades y el poder del subconsciente para crear la vida de las personas. Tiene la capacidad de conceder la felicidad y su campo de acción es muy amplio.

La hechicera interior de nuestros personajes
La figura de la hechicera es muy variada, sin embargo en el mundo occidental predomina el prototipo de la mujer anciana y fea. En época olímpica y en el patriarcado se la representó como una anciana, pero no siempre tuvo ese aspecto.
¿Cómo será un personaje Hécate? Si nos dejamos llevar por la era olímpica, Hécate podría ser cualquier mujer o bruja que vivía en el campo o a solas en su cabaña. Podrías decorar su casa con plumas de búho, telarañas y calderos. La gente se asustaría al verla. En conclusión, es la vieja tradicional de los cuentos de hadas. Aunque la maldad de estas brujas no tiene nada que ver con Hécate.
Pero también puedes crear a una Hécate menos tópica y más actual. William Blake la retrató como una mujer joven y atractiva sumergida en el mundo de los sueños y del subconsciente y, además, leyendo un libro. En el cuadro aparece sentada con tranquilidad entre la oscuridad y los animales que la rodean. Basándonos en este retrato, podemos crear a una Hécate más actual. Puede ser la mujer que no tiene miedo a explorar las sombras de su vida y de su subconsciente y que se mueve como una reina entre ellas. Por ejemplo una terapeuta, escritora, sanadora… Podría ser la amiga que no se asusta cuando le contamos los pensamientos más sombríos.
Hay muchas maneras de ver a una hechicera. Los personajes femeninos más importantes en la literatura griega antigua siempre son diosas, reinas o brujas. Las brujas eran figuras muy positivas y solían actuar como guías espirituales del héroe. Circe indicó a Ulises cómo tenía que descender al infierno y volver luego a la Tierra. Y Medea utilizó su magia para dormir al dragón que vigila el vellocino de oro. Tanto Circe como Medea, sacerdotisas de Hécate, son mujeres atractivas que utilizan la magia para ayudar al héroe. De hecho Circe es la bruja que convierte a los hombres en cerdos. Eso significa que es una mujer que despierta en los hombres una atracción muy instintiva.
También Hécate representa a la mujer sabia. Las supuestas brujas o hechiceras eran curanderas y parteras en el mundo rural. Los campesinos no tenían medios para acudir a la medicina establecida ni a sus tratamientos ni a sus medicamentos, y las curanderas suplantaban al médico por el conocimiento de las hierbas.
Otra forma de trabajar este arquetipo es la mujer sabia estigmatizada en el pasado. Cualquier mujer que antes de la segunda mitad del siglo XX fuera amante de la cultura, escritora, pintora o practicara cualquier labor creativa vivía el arquetipo de Hécate.
Explorar el interior de la tierra es un equivalente a explorar el subconsciente. Representa a la mujer que busca la verdad. Representa a las mujeres que, como ya no pueden gestar vida, gestan conocimiento. Por tanto, se le relaciona con la mujer sabia, con nuestra bruja interior.
Imagínate que uno de tus personajes decide que ya no va a tener más hijos y sus hijos ya son adolescentes. Imagínate que de repente empieza a hablarle su bruja interior. ¿Crees que se extrañaría? ¿Se pegaría un susto? ¿Se sentiría acompañada? Puedes escribir una historia con esta diosa en el interior de personajes masculinos. ¿Qué pasaría si un hombre empezara a escuchar dentro de sí mismo la voz de su bruja interior? Le haría conectar con su energía femenina.
La bruja irá siempre en contra de lo social y de lo gregario. Empujará a tu personaje a la creatividad y a enfrentarse a lo que no le gusta y ve injusto aún a costa de tener a todo el mundo en contra. La bruja interior le puede hacer ganar muchas antipatías a tu personaje, pero también puede hacerlo más fuerte y auténtico.



Taller de escritura y magia, Patricia Sánchez-Cutillas 

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