martes, 10 de mayo de 2016

Taller de escritura: El sastrecillo valiente

El sastrecillo valiente. El poder del pensamiento positivo

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Este cuento es la historia de un humilde sastre que un día mata a siete moscas de un solo golpe. En su cinturón borda estas letras: «Siete de un golpe». A partir de ahí su sastrería se le queda pequeña. El cinturón le produce el mismo efecto que un amuleto y su bravura crece tanto que llega a enfrentarse a gigantes, bestias y a casarse con la hija del rey. El poder de la autosugestión y del pensamiento positivo le empuja a empresas peligrosas que le convertirán en rey.



Resumen de la versión de Jacob Ludwig Carl y Wilhelm Carl
El Sastrecillo es un personaje vital y alegre. Mientras cose con alegría, le compra un poco de manteca a una mujer (en algunas versiones es mermelada). «Dios bendiga esta manteca porque me va a dar muy buenas fuerzas», se dice. Un enjambre de moscas, cada vez más numeroso, intenta posarse sobre la manteca y él coge un trapo y mata a siete. A partir de ahí empieza a nutrirse con pensamientos positivos. « ¡Qué gran tipo eres!», se dice a sí mismo, «Es necesario que todo el mundo lo sepa». Y en su cinturón borda esta frase: «Siete de un golpe». Se marcha en busca de aventuras. Coge un trozo de queso y un pájaro. Ni el mismo sabe para qué los utilizará.
Sube una montaña y encuentra un gigante. Le invita a unirse a sus aventuras y el gigante le trata con desprecio, pero al leer la frase siente por él cierto respeto. aún así le pone varias pruebas que el Sastrecillo resuelve no con fuerza, sino con ingenio e inteligencia.
Acaba durmiendo con los gigantes. En ese sentido, tiene demasiada confianza en sí mismo ya que baja la guardia. El gigante intenta matarlo por la noche y le lanza una barra de hierro, pero el Sastrecillo se había colocado en un rincón del lecho porque era demasiado grande para él. La barra de hierro no le alcanza, ha tenido buena suerte.
Cuando por la mañana se despierta y se acerca a los gigantes, estos piensan que debería estar muerto. Se asustan y salen huyendo. Cuesta entender la imagen de los gigantes asustándose de un pequeño Sastrecillo.
Luego acaba durmiendo la siesta en un jardín real. Unos cortesanos leen el mensaje del cinturón y avisan al rey; en caso de guerra ese individuo puede serles muy útil. El rey le pide que se quede con ellos y él responde que ha llegado ahí para servir al rey.
Es recibido en la corte como un gran guerrero, y entonces surgen las envidias, las competencias y las intrigas. Los soldados no quieren tener a su lado a un guerrero que ha matado a siete personas de un golpe. Si tienen un enfrentamiento con él, saldrán perdiendo. O se va el sastrecillo o se van ellos. Y el rey tiene que tomar una decisión. Decide desembarazarse de él, pero tiene que miedo de un hombre tan fuerte, lo puede matar y luego ocupar el trono.
Le envía a matar a dos terribles gigantes muy peligrosos que roban y matan. Si el sastrecillo consigue matarlos, le concederá la mitad de su reino y la mano de su hija. Otra vez surge el optimismo: la mitad de un reino y una bella princesa no es una proposición que se le haga a uno todos los días.
Le acompañan cien soldados, pero él les pide que se queden en el límite del bosque, quizá porque no quiere que conozcan su técnica. El Sastrecillo no matará a los gigantes con su fuerza sino con su ingenio y astucia. Pero parece ser que los demás valoran más la fuerza, y tampoco a él le interesa deshacer ese equívoco.
Vence no por lo físico, sino por lo mental.

El Sastrecillo se sube a un árbol y hace que los gigantes se peleen entre sí y se maten. Los gigantes acaban arrancando árboles para tirárselos uno al otro y al final se matan entre ellos. El Sastrecillo sabe reconocer su suerte, una cualidad que le caracteriza: «Por suerte no arrancaron el árbol en el que yo estaba subido», se dice. Una vez ya muertos, les clava la espada, les hace varios tajos en el pecho y llama a los caballeros. El Sastrecillo ha utilizado su truco. No los ha matado él mismo, pero les ha clavado la espada al final y deja que los caballeros interpreten los hechos. Les dice que ha sido un trabajo muy duro y que han acabado arrojándose árboles. No miente, solo omite detalles que permitirían a los otros descubrir la verdad.
Cuando vuelve a la corte y pide la mano de la princesa, el rey ya está arrepentido. En ningún momento lo creía capaz de matar a los dos gigantes. Le pone otras pruebas: antes de entregarle a su hija tendrá que capturar a un unicornio salvaje que causa estragos en el bosque.
Pero el que puede con siete de un golpe, se dice el Sastrecillo, no teme a un unicornio. Él mismo se ha creído su propia historia. Pide un hacha y una soga. Con astucia consigue atrapar al unicornio y cortarle el alicornio. Lo lleva ante el rey y este le pone una tercera prueba: cazar a un jabalí muy peligroso, los cazadores le ayudarán.
Cuando va a entrar en el bosque, el Sastrecillo les dice a los cazadores que se vayan. Estos lo hacen muy contentos. Otra vez el Sastrecillo se niega a desvelar sus métodos. No quiere que se sepa que consigue los méritos con la inteligencia, no con la fuerza.
Consigue encerrar al jabalí en una ermita. Vuelve a la corte y se celebran unas espléndidas bodas, pero sin mucha alegría.
Un día que hablaba solo durante el sueño, su mujer, la reina, se entera de que es de origen humilde, un sastre. Si el rey hubiera sabido su origen, hubiera tenido aún más resistencia a tenerlo como yerno. La reina se queja a su padre y este envía a unos soldados para que intenten matar al Sastrecillo por la noche. Pero cuando una persona tiene una buena disposición y buena voluntad, la suerte siempre le sonríe, y un hombre leal, su escudero, le avisa de la traición. El Sastrecillo finge dormir y hablar en sueños, diciendo en voz alta que había matado a siete de un golpe, a unos gigantes a un unicornio y al jabalí. Los soldados huyen asustados y él puede seguir siendo rey.

Simbolismo
Un simple cinturón con unas letras bordadas le hizo casarse con la princesa y ganar la mitad de un reino. Al final, la leyenda que ha bordado en su cinturón que ha hecho creer a todo el mundo que es un gran guerrero, lo ha convertido en un gran hombre. Como dijo Marguerite Yourcenar en Memorias de Adriano: Toda máscara acaba siendo un rostro.
Las palabras bordadas son una auténtica autopromoción. Sigue la técnica del gato con botas que hace creer a todo el mundo que existe un Conde o Marqués de Carabás, pero el gato miente y el Sastrecillo solo dice Siete de un golpe.
Ha matado siete moscas, pero a partir de aquí se identifica con la frase. No importa el tamaño de los enemigos muertos sino la cantidad. El hecho no tiene un gran mérito ni le ha exigido una gran valentía, pero lo que importa es la iniciativa y la energía que le produce esta acción. Y el taller y su vida rutinaria se le quedan pequeños. Se olvida de su manteca y de su taller y sale a recorrer aventuras.
Este acto no solo le hace cambiar interiormente. Los demás, al leer su frase, también cambian su actitud y su opinión sobre él y lo ven de otra forma; piensan que ha hecho una gran hazaña y que ha matado a siete guerreros de un golpe.
El resto del mundo piensa que él es muy fuerte, pero en realidad no ha demostrado ser fuerte, no ha luchado cuerpo a cuerpo con nadie. La gente no coteja la información que da el Sastrecillo.
La parte negativa de la gente en este cuento es la envidia. No quieren a nadie superior a su lado. Los méritos del Sastrecillo hacen que los demás soldados sean conscientes de sus límites. Pero en vez de intentar mejorar ellos, lo que hacen es quejarse a la autoridad del momento, del viejo orden que es el rey. No quieren que haya un hombre tan fuerte y tan valiente junto a ellos.




El oráculo de los cuentos de hadas, Patricia Sánchez-Cutillas


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